Ayer David Cufré realizó un excelente resumen en su columna de Página 12 respecto de lo que (sabemos de sobra) se viene una vez más en nuestro país:
"La explicación de los gobiernos argentinos que han brillado en Davos, como el de Macri en esta oportunidad, es que su obsesión es atraer inversiones para potenciar la economía. En la práctica sucede algo distinto: lo que consiguen mayormente es habilitar un canal para producir un endeudamiento masivo del Estado. Esos capitales no llegan para abrir fábricas, financiar centrales energéticas o promover obras públicas, aumentando la capacidad productiva y la competitividad de la economía nacional, sino que se vuelcan a necesidades de sectores concentrados y clases acomodadas. En los 90 y los 2000, por ejemplo, el endeudamiento alimentó la fuga de capitales de los ganadores del modelo, la repatriación de divisas de bancos y empresas extranjeras y permitió sostener por una década la ficción del uno a uno de la convertibilidad. En la actualidad ocurre algo similar: los dólares que está tomando el Tesoro le permitieron terminar con las restricciones a la compra de esos billetes y restablecer los mecanismos para la salida de divisas. El financiamiento también es un puente para lubricar la desregulación financiera, la apertura importadora, la pérdida de ingresos por el achicamiento de la economía y el repago de la deuda. La negociación con los fondos buitre, que seguramente derivará en la emisión de bonos por entre 15.000 y 20.000 millones de dólares, es otro capítulo del mismo plan.
Los antecedentes deberían alertar al gobierno de Cambiemos por la velocidad con que las palmadas en el hombro se transforman en recriminaciones cuando el peso de la realidad se impone. Las felicitaciones de organismos internacionales, financistas y grandes empresarios se multiplican mientras las autoridades logran imponer las políticas diseñadas en países centrales, que aseguran buenos negocios al sector financiero y a las multinacionales, en tanto que pasarán a adjudicarles toda la responsabilidad por el fracaso cuando éste se produzca, atribuyéndoles no haber sido lo suficientemente rigurosos en los planes de ajuste y disciplinamiento social. Es una secuencia que se repite y siempre termina igual, pese a lo cual sus participantes, incluidos los medios hegemónicos, siguen escenificando como si el desenlace pudiera ser distinto cada vez"
Sólo le faltó agregar que los simuladores son esta vez LOS MISMOS que protagonizaron esta misma película en los 90 y en el 2001, aunque ahora portando globos amarillos. Lo que torna la realidad más inaceptable aún.
Sin embargo, mientras transcurre esta película de final anunciado, hay una derecha lúcida que adivina el desarrollo y se preocupa por el votante iluso de Macri y su futuro desengaño. Decía ayer Eduardo Fidanza en La Nación:
"La evaluación del nuevo gobierno y las expectativas que la acompañan se prestan, en principio, a dos lecturas. Una es amable y evidente: los argentinos en general, no sólo los que votaron a Cambiemos, simpatizan con las autoridades y les conceden un crédito para encarar los problemas del país. La otra lectura es inquietante: existe una enorme brecha entre las expectativas de bienestar y las posibilidades efectivas de alcanzarlo, a la luz de los graves problemas heredados. La economía está exhausta pero la gente, de vacaciones y escasa de información, cree que todo marchará de parabienes.
Sólo el liderazgo político del gobierno y de la oposición responsable puede achicar esta brecha. En el corto plazo, es preciso contener a los argentinos y prepararlos para días difíciles. Ése será el requisito de tiempos mejores. De lo contrario, retornará la bipolaridad de un país indolente, acostumbrado a vivir por encima de sus posibilidades"
Es decir: No hay dos lecturas. Saben perfectamente que el sector mayoritario de votantes de Macri es una clase media que mejoró su nivel de vida esta última década y que vio en Macri a un empresario que les permitiría mantenerlo sin la tensión política permanente que implicaba Cristina: con la grieta, cadenas nacionales, la demonizada Cámpora, los "vagos" de los planes sociales, etc.
El artículo de Fidanza alerta sobre lo que viene: prepararse para cuando comience el desengaño inevitable de ese sector hoy cargado de un optimismo ilusorio. ¿Y qué propone Fidanza? Lo que siempre propuso la derecha a lo largo de la historia argentina: es preciso contener a los argentinos y prepararlos para días difíciles.
¿Y qué significa contener? Lo de siempre: es el mejor eufemismo que encontró para alertar sobre la inevitable represión y limitar al mínimo la libertad de expresión. Sembrar el miedo, como siempre.
Cambiemos siempre fue eso: Contener a los argentinos. Ése será el requisito de tiempos mejores, nos dicen.
Lo de siempre: para la derecha argentina el país NUNCA cerró con toda la gente dentro.